lunes, 21 de junio de 2010

LA PINTURA CINQUECENTISTA


La pintura del Cinquecento supone la cumbre del Renacimiento italiano. Se desarrolló, como su nombre indica, en la Italia del siglo XVI, pero no abarca toda la pintura de ese siglo, sino solamente la del primer tercio, ya que el clasicismo y el equilibrio propios de este Alto Renacimiento desaparecen a partir de la década de los veinte. Para el período 1520-1600 se prefiere usar el término de Pintura manierista. Representan la cumbre del renacimiento tres maestros de la escuela florentina que, sin embargo, destacarán por sus trabajos en otras ciudades, especialmente Roma: Leonardo da Vinci, Miguel Ángel Buonarroti y Rafael Sanzio.


Características generales




Respecto a la pintura del Quattrocento, se ha producido un avance notable. Sigue trabajándose sobre todo temática religiosa, pero se tratan también otros temas. Los pintores ya no se obsesionan con la perspectiva lineal y geométrica, sino que procuran una mayor naturalidad en sus obras. Alcanzan así un clasicismo que expresa un mundo en orden y perfectamente equilibrado entre fuerzas aparentemente contrapuestas como la dualidad entre lo real y lo irreal o el movimiento y el reposo. Rafael y las obras de juventud de Miguel Ángel ejemplifican esta serenidad ideal, buscando el modelo ideal que subyace a las formas naturales del cuerpo humano.
El rigor en la composición, con tendencia a adoptar formas piramidales, produce esa sensación de orden y equilibrio. Las figuras se colocan por lo tanto, dentro de un claro triángulo, relacionándose entre ellas por las miradas y las manos.
Generalmente, los grandes maestros tienden a dar más importancia al dibujo que al color. Sólo en Leonardo alcanzan también una proporción adecuada el énfasis en uno u otro aspecto; la preponderancia del color sobre el dibujo es típica, sin embargo, de la escuela veneciana. Quedan así caracterizados los dos centros pictóricos en torno al año 1500: por un lado Roma donde predomina la preocupación por el dibujo y la forma, que alcanza dimensiones escultóricas y colosales en Miguel Ángel; y por otro lado Venecia, donde se prefiere el color. Florencia pues ha perdido, tras la caída de los Médicis y las prédicas de Savonarola, el papel protagonista que había tenido el siglo anterior. En paralelo, el dibujo va perdiendo preeminencia, a medida que los contornos se van difuminando, con lo que se logra un claroscuro de luces y sombras que permiten modelar suavemente las figuras para que aparezcan más redondeadas. De esta manera se logra una mayor sensación de volumen y, en el paisaje, la profundidad de la perspectiva aérea o cromática, por contraposición a la estricta perspectiva geométrica propia del Quattrocento. Para conseguir este volumen se utilizan, además, otras técnicas, como la de colocar un brazo por delante de la persona retratada, lo que inmediatamente sitúa el tronco del retratado en un segundo plano. Esto se ve en La Gioconda, lo mismo que en el Autorretrato de Durero del Prado.
Esta característica se relaciona con otra circunstancia que permite diferenciar a los cuadros del Cinquecento de los del Quattrocento: el uso de la luz. En los cuadros de Botticelli, por ejemplo, la luz era directa, resultando un dibujo un poco plano, de manera que parecía vivir siempre en una eterna primavera. En cambio, apenas una generación después, la luz incide de manera distinta, creando sombras que aportan mayor realidad y perspectiva. No son ya escenas vibrantes y luminosas, sino que aparece la neblina o el crepúsculo.
Al lograr ese perfecto equilibrio en tan sólo una generación, se cerraban las vías hacia un nivel más alto o una nueva creatividad, porque no era posible mejorar la perfección. De este modo, los altos niveles conseguidos por Leonardo, Rafael y Miguel Ángel no podían mejorarse y sí tratar de imitar una y otra vez, pintando los artistas posteriores a la maniera (esto es, «con el estilo») de esos grandes maestros del Alto Renacimiento, que es lo que se ha dado en llamar el Manierismo o «Renacimiento tardío» (1520-1600). En esa segunda mitad del siglo XVI el arte se hace caprichoso, se toman temas alegóricos, muchas veces de difícil comprensión. Se pierde la sensación de orden, equilibrio y serenidad, sustituida por otra de nerviosismo y desequilibrio: el Manierismo anticipa claramente el Barroco.
Varias circunstancias concurren para acrecentar esa crisis del Alto Renacimiento que hizo surgir el Manierismo. No sólo el agotamiento del modelo en las obras de los grandes maestros, que parece imposible de superar o introducir nada nuevo en ellos. También hay un agotamiento del ideal humanístico, ya que los conocimientos preestablecidos encuentran su contraste en los nuevos descubrimientos, geográficos y científicos. La propia Roma, centro neurálgico del Alto Renacimiento, se ve atacada por los imperiales en el año 1527 (Saco de Roma), lo que produjo una dispersión de los pintores por toda Italia. A ello se le une la progresiva crisis económica en toda Europa. El orden de la Cristiandad, que llegó incluso en el siglo XV a creer posible una unidad con los cristianos de Oriente, se rompe en pedazos con la Reforma protestante, lo que llevó a un repliegue ideológico del sur de Europa a los estrictos principios católicos (el Concilio de Trento y la Contrarreforma en la segunda mitad del siglo).
A caballo entre el Alto Renacimiento y el Manierismo se puede situar la escuela veneciana. La crisis económica y espiritual tarda más en afectarle. Pero su sensualidad, cromatismo y luminosidad acaba haciendo de ella también clara antecesora de la pintura barroca.


Los grandes maestros



Leonardo da Vinci



Leonardo Da Vinci (1452-1519) encarna al hombre renacentista por antonomasia, por las muy diversas formas del saber que atrajeron su atención. Como pintor, es la figura que ejemplifica el tránsito del Quattrocento al Cinquecento. Sus obras no son realmente muchas, pero sí de gran trascendencia para la historia de la pintura. Destaca su contribución con la técnica del esfumado, técnica consistente en difuminar las sombras de la persona pintada hasta que se confundan con el fondo oscuro. De esta manera desaparecen los marcados perfiles propios del Quattrocento. Gracias a estos contrastes de luces y sombras se logra una impresión de profundidad. El dibujo preciso da paso a un uso del color para transmitir la sensación de profundidad. Sus paisajes, envueltos en una atmósfera neblinosa, y en los que se ha logrado la sensación de profundidad gracias a las gradaciones de color, están dotados así de un encanto misterioso. Igualmente enigmática es la típica sonrisa que da a sus personajes, un poco ambigua, que no transmite con precisión cuál es el estado de ánimo del retratado. El ejemplo máximo de este rasgo es La Gioconda.
Otra obra emblemática de Leonardo es La última cena que realizó para Santa María de las Gracias cuando estuvo al servicio de Ludovico Sforza en Milán. Vasari detalla de qué manera trabajaba Leonardo, con gran minuciosidad, muy lento, estudiando cada pincelada. De ahí que su producción sea tan limitada, y parte de ella inconclusa. Su gran proyecto para Florencia, un fresco con la Batalla de Anghiari en la sala del Palazzo Vecchio se cree que no se llegó a ejecutar; en cualquier caso, a tiempos modernos sólo han llegado copias de su dinámica composición. Dentro de su producción religiosa, destacan La Virgen de las Rocas y la Virgen y Santa Ana, obras de rigurosa y equilibrada composición triangular en las que puede apreciarse el típico claroscuro leonardesco.




Miguel Ángel



Miguel Ángel (1475-1564) pertenece a una generación posterior a Leonardo. Es quizá la figura más completa del Alto Renacimiento, pues realizó obras escultóricas, pictóricas y arquitectónicas. Su obra cumbre como pintor son los frescos que realizó en la Capilla Sixtina: primero la bóveda (1508-1512) y veinte años después el Juicio Final (1533-1540). Las diferencias de estilo entre una y otra composición evidencian el tránsito del Alto Renacimiento al Manierismo. En la bóveda se representan las tres artes: gracias a la pintura, las figuras parecen auténticas esculturas que se enmarcan en una arquitectura ficticia de pilastras y cornisas. Aunque de dimensiones sobrehumanas, en la bóveda sigue primando la serenidad, la perfección, el equilibrio clásico. Distinto es el Juicio Final del testero, composición abigarrada y nerviosa, plena de dramatismo y pesimismo.
Sus obras reflejan la terribilità, una fuerza dramática y enérgica que desprenden. Al mismo tiempo, su trabajo en la Capilla Sixtina es complejo, pues no hay una idea o proporción común a todos los frescos, sino que hay diferentes puntos de vista y de tamaños, hablándose entonces de una «multiperspectiva». Predomina en esta obra la representación anatómica de la figura humana en detrimento del paisaje, que nada interesa a Miguel Ángel. Y todo ello a través sobre todo del dibujo y la forma, el volumen, sin que tampoco haya en Miguel Ángel especial cuidado por el cromatismo. No son composiciones rígidas, sino que las posturas, las torsiones, la composición de los personajes, transmiten la idea de dinamismo y fuerza que lo alejan de la reposada serenidad del Alto Renacimiento y lo aproximan inexorablemente al dramatismo manierista y luego barroco.
La influencia de Miguel Ángel en el desarrollo posterior de la figura es enorme. Las posturas de sus figuras, su dinamismo, los escorzos a veces imposibles, el ilusionismo de sus arquitecturas, todo ello se transmitirá al manierismo y llegará hasta el Barroco.


Rafael


Posiblemente sea Rafael (1483-1520), el más joven de los tres, quien mejor represente la idea de equilibrio y orden en la pintura renacentista. Cristalizan en él las ideas clasicistas propias del humanismo y la mesura y proporción que pretenden reflejar el ideal. Aunque tuvo una vida más corta que los otros grandes maestros, su obra es más copiosa en la medida en que se centró más en la pintura, y contó con la ayuda de un amplio taller.
Se puede apreciar en Rafael la existencia de diversos momentos, pues iba sintetizando las diversas influencias que recibía, y las asimilaba como algo propio que iba añadiendo a su estilo. En sus primeras obras es obvia la influencia de Perugino, en la suavidad de sus personajes, enmarcados en composiciones geométricas que lograban sensación de profundidad mediante planos paralelos; sus Desposorios de la Virgen, por ejemplo, son claro trasunto de obras análogas de su maestro, como otros Sposalizio della Vergine o Jesús entrega las llaves a san Pedro, en el Vaticano.
Más tarde, Rafael estuvo en Florencia, y allí la influencia de Leonardo dan un toque de delicadeza a sus Vírgenes, con suaves sonrisas y modeladas con el claroscuro típicamente leonardesco; copia la composición triangular de Leonardo en numerosas Madonnas. La aportación más original de Rafael es su concepción espacial, al lograr transmitir sensación de profundidad y amplitud.
Cuando se instala en Roma en 1508, entra en contacto con la obra de Miguel Ángel. La grandiosidad de sus representaciones en la bóveda de la Capilla Sixtina, y ello dota a la obra de Rafael de una mayor fuerza y monumentalidad. A esta época pertenecen las Estancias de Rafael en el Vaticano, con contenido desigual en la medida que pasaban los años y el estilo se iba amanerando. Algunos frescos son propios de Rafael, mientras que en otros se ve más la mano de su taller, en particular de Julio Romano. Así, la Sala de la Signatura es pleno Cinquecento, auténtico Alto Renacimiento en estado puro, en cambio, el dinamismo y el desequilibrio aparecen en La expulsión de Heliodoro del templo o en El incendio del Borgo, con mayor dramatismo y violencia. El nerviosismo y la asimetría característicos del Manierismo se ven en su última obra, inacabada, la Transfiguración, con esos dos planos diferentes: el celestial y el terrenal, tratados también de manera distinta.



Otros maestros



A caballo entre el Alto Renacimiento y el Manierismo se encuentra la escuela veneciana. Precisamente las características propias de esta escuela hace difícil enmarcarlas en categorías comunes con las producciones pictóricas de Florencia o Roma.
Las obras finales de Giovanni Bellini (h. 1430-1516) muestran una asunción de los principios clasicistas del Cinquecento, superando su producción anterior, típicamente cuatrocentista.
En Venecia el color y la luz prevalecen sobre el dibujo y la forma. Se da mucha más importancia a la representación de la naturaleza que en los maestros de la escuela florentina. El paso decisivo, en estos momentos iniciales del siglo XVI, lo da Giorgione (h. 1477/78-1510). Giorgione, en obras como la Venus dormida (h. 1510), lo mismo que Durero con la Adoración de la Trinidad (1511) o los Cuatro apóstoles (1526), logra una sensación tal de plenitud, de modelo perfeccionado e ideal, similar a las obras de Leonardo o Miguel Ángel, que parece difícil de superar. Pero a diferencia de estos maestros florentino-romanos, Giorgione consiguió con su "descubrimiento" de la naturaleza, aportar un rasgo nuevo que permitió el trabajo de maestros posteriores de calidad, aunque se suelen enmarcar dentro del manierismo: Tiziano (que en realidad es su contemporáneo, pero que tuvo una gran longevidad), Tintoretto y el Veronés. Las obras de Tiziano ya no demuestran un estilo renacentista, sino algo más barroco, el manierismo.
Junto a ellos, cabe citar a maestros menores, seguidores de los grandes artistas florentinos, y que ya elaboran sus obras a la maniera de sus maestros. Así, Leonardo tuvo imitadores especialmente gracias a su etapa milanesa: Boltraffio, Andrea Solari (Solario) o Bernardino Luini. Discípulos inmediatos de Rafael fueron Giovanni da Udine, Julio Romano y Perino del Vaga. Tras el saco de Roma (1527) marcharon a diversos puntos de Italia, difundiendo el estilo de Rafael con características ya manieristas.
Miguel Ángel tuvo una enorme influencia durante el Manierismo y el Barroco sin que pueda señalarse sin embargo, una clara escuela de discípulos. Únicamente cabe mencionar a Daniele da Volterra, a quien correspondió tapar las desnudeces de la Capilla Sixtina, consideradas impropias en la época contrarreformista.

EL CINQUECENTO Y LA ESCULTURA

La escultura en el Renacimiento, tanto en el Quattrocento como en el Cinquecento, tomó como base y modelo las obras de la antigüedad clásica y su mitología, con una nueva visión del pensamiento humanista y de la función de la escultura en el arte. Como en la escultura griega, se buscó la representación naturalista del cuerpo humano desnudo con una técnica muy perfeccionada, gracias al estudio meticuloso de la anatomía humana. En Italia convivieron por igual los temas profanos con los religiosos; no así en otros países como España y Alemania, donde prevaleció el tema religioso.
El cuerpo humano representó la Belleza absoluta, cuya correspondencia matemática entre las partes se encontraba bien definida, y el contrapposto fue utilizado constantemente desde Donatello a Miguel Ángel. En esta época es cuando se dio prácticamente la liberación de la escultura del marco arquitectónico, los relieves se realizaron con las reglas de la perspectiva y se mostraban a los personajes con expresiones de dramatismo que llevaban a la sensación de gran terribilità en los sentimientos expuestos en las esculturas de Miguel Ángel, como en el rostro de su David.
Un papel fundamental fue la figura de los mecenas, representados por la iglesia y personajes de la nobleza que obtenían con su mecenazgo prestigio social y propaganda política, y abarcó todos los temas: religiosos, mitológicos, de vida cotidiana, retratos de personajes, etc.
Reapareció con el Renacimiento la glíptica greco-romana, que se había olvidado casi por completo durante la Edad Media en la labra de piedra finas (salvo algunas muestras de arte bizantino), y desde el siglo XVI se labraron preciosos camafeos de gusto clásico, tan perfectos que, a veces, llegan a confundirse con los antiguos. No obstante, apenas sí alcanzó a restablecerse el uso de los entalles de piedra fina, tan predilectos de las civilizaciones griega y romana. Estos pequeños relieves sirvieron como modelo, una vez agrandados, para la decoración por parte de escultores en grandes medallones para palacios de Italia y Francia.
La escultura del Renacimiento se sirvió de toda clase de materiales, principalmente del mármol, bronce, madera y terracota.

El Cinquecento o pleno Renacimiento se desarrolló a lo largo del siglo XVI con características diferenciadas en cada una de las dos mitades del siglo, dominando el clasicismo en la primera y el manierismo en la segunda. Supuso el triunfo de las experiencias del Quattrocento. Una de sus características principales es el gusto por la grandiosidad monumental, teniendo siempre presente el hallazgo del Laocoonte y sus hijos clásico, descubierto en 1506. Mientras los artistas del Quattrocento crearon escuela en Florencia, los artistas del Cinquecento crearon sus obras y desarrollaron su arte principalmente en la ciudad de Roma, que pasó a ser el centro artístico del nuevo siglo. Florencia se mantuvo como ciudad renacentista importante, y se siguieron haciendo obras maestras de arte en la capital toscana durante este período, como el David, los sepulcros de las Capillas de los Médici, el Perseo de Cellini, etc. El artista representativo de este periodo es Miguel Ángel, personaje de gran fuerza y personalidad.
Miguel Ángel Buonarroti, discípulo también de la escuela florentina, resume en su persona casi todo el arte escultórico de su época en Italia (años 1475-1564). En los primeros treinta años de su vida conservó su cincel algunas tradiciones del siglo XV produciendo obras moderadas y bellas aunque vigorosas. A esta primera época se deben sus ponderadas esculturas de la Madonna de Brujas y la Piedad con algunos Bacos y Cupidos y el David de Florencia. Pero desde el año en que los papas comenzaron a encargarle la construcción de grandiosos monumentos, creó un estilo gigantesco, vigorosísimo, lleno de pasión, independiente y llamado de terribilità excepcionalmente suyo. De este género son las esculturas de los sepulcros de los Médici en la capilla de éstos en Florencia (de Julián y su hermano Lorenzo, cuya estatua sedente se conoce con el nombre de Il Pensieroso por su actitud pensativa) y las estatuas que preparaba el artista para el sepulcro del Papa Julio II sobre todo el famoso Moisés que halla en la basílica de San Pietro in Vincoli.
Sansovino (su nombre propio es Andrea Contucci) fue un artista educado entre los artistas florentinos que se manifiesta en sus esculturas amante de la forma exterior, de la anatomía y del clasicismo, sobre todo en las estatuas que decoran los mausoleos del cardenal Ascanio Sforza y del obispo Basso Rovere en la iglesia de Santa María del Popolo, aparte de otras en Florencia y Venecia. Su discípulo Jacobo Sansovino trabajó principalmente en Venecia, siendo el gran difusor de la obra de Miguel Ángel. Una de sus mejores obras escultóricas es el Baco.
Benvenuto Cellini fue, además de escultor, un gran orfebre. Su obra monumental en bronce de Perseo con la cabeza de Medusa fue un símbolo del triunfo de la familia Medici sobre la República florentina. Es el autor del Cristo de mármol del monasterio de El Escorial.

Manierismo


El término manierismo se refiere a un estilo de características propias dentro del Renacimiento. Se dio a lo largo de siglo XVI, especialmente a partir de 1520.La característica que mejor lo define es la constante búsqueda de lo no convencional junto con la destrucción de un equilibrio lógico aplicando líneas o posturas deformantes, algo que a primera vista puede ser desconcertante para el espectador. Es el rechazo del equilibrio adoptando posturas forzadas.
En el manierismo la escultura rehusó el clasicismo buscando formas curvilíneas y dinámicas, la llamada serpentinata o composición de curva y contra curva en que los cuerpos giraban en sí mismos, en espacios estrechos y a veces con escorzos muy pronunciados.
En Italia, la escultura manierista está representada por Juan de Bolonia, Benvenuto Cellini y Miguel Ángel, uno de cuyos mejores ejemplos es la Piedad florentina donde el Cristo se muestra con postura serpentinata.
Se difundió este estilo por Europa gracias a la extensa colección de grabados, y sobre todo en el terreno escultórico en la profusión de pequeños bronces venidos de Italia. Así se desarrolló en las cortes europeas de Francisco I en Fontainebleau con Francesco Primaticcio, que fue el encargado de traer copias de antigüedades desde Roma.También se desarrolló en la corte de Rodolfo II en Praga, y de Felipe II en El Escorial, donde la corrección académica caracterizó el estilo del manierismo empleado por los Leoni.Influenciado por Miguel Ángel, Gaspar Becerra impuso su estilo manierista en el retablo de la catedral de Astorga, y es en Valladolid, donde se encontraba además de Becerra Juan de Juni, donde se realizó más escultura de este tipo clásico-heróico.

domingo, 20 de junio de 2010

LA ARQUITECTURA EN EL CINQUECENTO

Bramante y la fase madura del Renacimiento

Es en la obra de Donato Bramante donde el espíritu renacentista se concreta de una forma más íntegra, lo que hace de él la figura que representa el paso del Quattrocento al Cinquecento, en lo que se suele denominar fase madura del Renacimiento. Bramante logró demostrar, a través de sus proyectos en palacios o iglesias, que no sólo conocía las posibilidades del lenguaje clásico, sino que también entendía las características y el ambiente de su época, ya que fue capaz de aplicar el conocimiento antiguo a una forma nueva, inédita, sobresaliente y, sobre todo, clásica. Su Tempietto o Templete de San Pietro in Montorio, en Roma (1502-1510), es prácticamente una relectura (aunque no una copia) de los templos de planta central, circulares, típicos de un cierto período de la arquitectura romana (por ejemplo, el Templo de Vesta, en la misma ciudad de Roma). El modesto tempietto es casi una maqueta base del gigantesco proyecto (en construcción desde 1506) de la cúpula de San Pedro, con una cúpula (42,5 metros) de dimensiones comparables a la del Panteón (43,44 metros), a la de Santa Sofía de Constantinopla (32 metros) y a la de Brunelleschi en Florencia (41 metros). Más tarde, en época barroca, el arquitecto inglés Christopher Wren haría a su vez una relectura de la obra de Bramante y Miguel Ángel, y propondría una nueva forma en la catedral de San Pablo de Londres (32 metros, 1676), y lo propio hicieron en época neoclásica Francisco Cabezas y Francesco Sabatini en San Francisco el Grande (Madrid, 33 metros, 1760-1784); demostrando la potencialidad del proceso de creación renacentista (que va de la estética de los edificios al pensamiento arquitectónico), para adaptarse a nuevos estilos en épocas posteriores.
Bramante también popularizó otra forma profundamente clásica que fue desarrollada y explorada posteriormente. Está inspirada en los arcos de triunfo romanos y fue brillante por sus características compositivas aplicadas a los proyectos de palacios y villas, piezas clave del Renacimiento en la arquitectura civil.
La principal imagen de este estilo bramantino se encuentra en las tríadas de aberturas adornadas con arcos, dos de los cuales están a la misma altura y con el central mayor, el denominado sistema de orden más arco, basado en la combinación del orden arquitectónico clásico y el arco de medio punto. Frente al problema, entonces, de conectar en una misma unidad dos entidades espacialmente similares pero de diferentes dimensiones, la solución fue emplear dos sistemas de orden más arco de diferentes dimensiones siguiendo la norma de que el extradós del arco del sistema de menor dimensión fuese tangente a la moldura inferior del entablamento del orden mayor.
La superación de los clásicos, manteniendo siempre la búsqueda del clasicismo típica del período, se dio especialmente en la medida que los arquitectos propusieron soluciones espaciales clásicas para proyectos nuevos (como en los grandes palacios, diferentes de las construcciones romanas, o en las nuevas catedrales o basílicas). Elementos como las bóvedas y las cúpulas se usaron de una forma nueva, y se emplearon los órdenes (jónico, corintio, etc.) característicos de la arquitectura de la Antigüedad.

El Cinquecento: La superación del clasicismo

A medida que el dominio del lenguaje clásico evolucionaba, fue creciendo en los arquitectos renacentistas un cierto sentido de liberación formal de las encorsetadas reglas del clasicismo, de forma que el eventual deseo de superación (que siempre existió en mayor o menor medida) cambió de ser un elemento fundamental a ser fruto de la nueva producción de estos autores. Tal fenómeno, considerado ya como un anuncio del movimiento estético que, años más tarde, se concretaría en el Barroco, ganaría fuerza especialmente en las primeras décadas del siglo XVI. El Cinquecento fue un momento en que la intención de sistematizar el conocimiento de los cánones clásicos estaba plenamente superada, a través de los tratados de Sebastiano Serlio o Jacopo Vignola. Así, los elementos compositivos del clasicismo dejaron de usarse en edificios como experimentación "en busca de lo clásico", sino partiendo de su plena conciencia, en "busca de su innovación".
En un primer momento, se siguieron fielmente las reglas clásicas de composición, pero ampliando enormemente su ámbito de aplicación. Las reglas clásicas se aplicaron en especial en las grandes obras públicas, los grandes palacios y templos religiosos (los edificios considerados "nobles", dignos de recibir el status de arquitectura según el punto de vista clásico). Por ello, aparecieron nuevas combinaciones de elementos. Andrea Palladio fue el principal exponente de esta nueva forma de trabajar con el lenguaje clásico, como se hace patente en sus proyectos de "villas" en los alrededores de las ciudades italianas. La arquitectura de Palladio fue de tal modo peculiar y destacada con respecto a la de sus antecesores que su método de trabajo acabó creando un nuevo estilo: el palladianismo. Dicho estilo se caracteriza por la aplicación de la planta central en proyectos residenciales (como en las villas) y por un cierto tipo de ornamentación de carácter sintético (denominada arquitectura de superficie), entre otros fundamentos. El propio Palladio fue autor de un tratado bastante completo sobre arquitectura clásica, en el que expuso su modo de pensar y su perspectiva sobre esta cuestión.

Manierismo: Los grandes maestros y el fin del Renacimiento

El Manierismo fue el movimiento artístico producido durante el Cinquecento y cuya formación se da en las primeras décadas del siglo XVI y se extiende hasta comienzos del siglo XVII. Evidencia la intención por parte de los arquitectos, humanistas y artistas del período de un arte, que aunque en esencia siguiera al clasicismo, poseía un contenido bastante anti-clásico. En el Manierismo por lo tanto se desarrolla la innovación constructiva confrontándose con la arquitectura clásica, ya plenamente conocida.
Una vez gastado el impulso de la tratadística, que dotada de cierta homogeneidad a la arquitectura mediante la imposición de unas determinadas reglas, surgió una nueva generación de arquitectos, fuertemente individualistas, que supone de hecho un puente entre el Renacimiento y el Barroco.
La actividad arquitectónica de Miguel Ángel supuso la culminación y superación del clasicismo de la fase madura o de Bramante, y puede calificarse de más clásica en San Pedro o en el Palacio Farnese y más manierista, por ejemplo en la famosa escalera de la Biblioteca Laurenciana). De modo similar a lo que ocurrió en pintura o escultura (donde es más clara la imitación de su “maniera”), los arquitectos italianos de mediados del siglo XVI, algunos de ellos salidos de Roma cuando el saco y repartidos por el resto de las ciudades italianas, procuraban desafiar los cánones clásicos. Los principales exponentes de este nuevo estilo fueron, además del citado Andrea Palladio y el núcleo veneciano, Giulio Romano (Palacio del Té, Mantua, 1534), Bartolomeo Ammannati (reforma del Palacio Pitti, 1558-1570), Antonio Sangallo el Joven (Villa Farnese, Caprarola, 1559), Vasari (Galería Uffizi, Florencia, 1560-1581), o Jacopo Vignola ,con la Iglesia del Gesù (1568), esta sí en Roma, sede y modelo exportado de las numerosas iglesias jesuíticas de la crecientemente influyente Compañía de Jesús, cuya fachada se debe a Giacomo della Porta (1578), que inspiró posteriormente a Carlo Maderno.
En sus obras, son constantes las referencias a los elementos compositivos clásicos, pero en forma "desconstruída" y casi irónica. Convierten al interior patrones decorativos de ventanas que deberían estar colocadas en el exterior, juegan con los efectos de la ilusión óptica proporcionados por la perspectiva, a través de volúmenes dimensionados inusitadamente, etc. El mismo sentido, llevado a un extremo, tuvieron los extravagantes jardines de la Villa de las Maravillas, hoy Parco dei Mostri (Bosco Sacro di Bomarzo) en Bomarzo, en el Lacio, por el arquitecto y diseñador de jardines Pirro Ligorio.
La profundización en los caracteres propios de las construcciones manieristas supuso el germen del nacimiento del Barroco, que si superficialmente se considera como ruptura del ideal clásico propuesto por el Renacimiento, realmente constituyó la reacción al agotamiento de éste, ya anunciado por el Manierismo.

LA PINTURA QUATTROCENTISTA

La pintura del s.XV va a experimentar una enorme evolución, desde el empleo de las formas aún ligeramente decorativas y el uso de dorados y vistosos colores de Fra Angélico en la primera mitad del siglo hasta la consecución, por ejemplo, de los magníficos sistemas compositivos empleados por Mantegna van a sucederse toda una serie de aportaciones pictóricas que depurarán el lenguaje renacentista. Sin embargo, puede apreciarse en general un interés por la representación volumétrica de las figuras, la comunión narrativa de las partes y la representación verista de la naturaleza, las dimensiones y la profundidad.

Habitualmente se suele establecer una división de la pintura quattrocentista por escuelas principales, en función de la zona geográfica:

Escuela de Florencia

De la Escuela de Florencia serán principales representantes Fra Angélico y Masaccio ("creador" de la perspectiva), además de Piero Della Francesca (maestro en el uso de la luz),Ghirlandaio, Paolo Ucello (para el que será importantísima la profundidad), Andrea del Castagno o el excelso Botticelli (maravillosas serán sus exquisitas y melancólicas composiciones de temas mitológicos).

Escuela de Umbría

La Escuela de Umbría, dentro de la que va a destacar Il Perugino, con sus composiciones sensualistas destinadas al gran público.

Escuela de Venecia

La Escuela de Venecia (en esta ciudad se introducirá el empleo de la técnica del óleo, la cual posibilita la obtención de unos efectos lumínicos y de color muy especiales), de la que serán puntos fuentes los hermanos Bellini y Vittore Carpaccio.

viernes, 18 de junio de 2010

LOS ESCULTORES DEL QUATTROCENTO

La escultura, en este momento, va por delante de la arquitectura y de la pintura, desarrollándose vertiginosamente. Sus antecedentes tuvieron lugar en el sur de Italia, en la corte de Federico II, bajo cuya protección nació una escuela artística que traía ya luces anticipadas de lo que sería el Renacimiento del siglo XV. Fue la región de la Toscana durante el anterior periodo trecentista la que heredó esta nueva manera de hacer escultura en la figura de Nicolás Pisano, seguido por su hijo Juan Pisano, y después Andrea Pisano (primeras puertas de bronce del Baptisterio de Florencia) y Nino Pisano.

Nicolás Pisano (firmaba sus obras con este apelativo), cuyo nombre era Nicolás de Puglia, llegó desde esta región del sur de Italia a establecerse en Pisa (Toscana). En Pisa, se mantenía todavía el arte románico y se empezaba a emplear el gótico. Nicolás Pisano recibió el encargo de labrar el púlpito del baptisterio de la catedral de esta ciudad. Lo hizo siguiendo las nuevas corrientes aprendidas en Apulia sobre todo haciendo hincapié en la forma clásica del Hércules desnudo. Esta obra, el púlpito, está considerada como precursora del Renacimiento italiano.

Tras estos antecedentes, será la ciudad de Florencia (ciudad próspera en estos momentos, con la poderosa familia de los Medici, mecenas y promotores del arte), la que tome el protagonismo en la figura de su mejor representante: Lorenzo Ghiberti. A partir de este momento ya no se detectará ningún atisbo ni lastre medieval. La escultura florentina será durante siglo y medio la dominadora del retrato de busto, del ecuestre, del relieve y del bulto redondo. El material empleado por excelencia en este periodo fue el mármol seguido del bronce.

Ghiberti, Donatello y Jacopo della Quercia como los mejores, seguidos por los della Robbia, Verrocchio, Antonio Pollaiuolo y Agostino di Duccio, formaron el grupo de grandes escultores de la escuela florentina del Quattrocento.

Esta etapa del Quattrocento comenzó con la obra escultórica de los relieves de las puertas del Baptisterio de Florencia realizados por Lorenzo Ghiberti, un joven escultor de veinte años. El Baptisterio ya tenía dos puertas labradas por Andrea Pisano en 1330, y en 1401 se convocó un concurso para las otras dos restantes. El concurso fue ganado por Ghiberti (en competición con Brunelleschi), terminando la primera de las dos puertas en 1424; su trabajo fue admirado y muy bien considerado, por lo que la ciudad le encargó la segunda puerta. Invirtió unos veinte años en labrar cada una; fue prácticamente la obra de su vida. Esta segunda puerta hecha por Ghiberti y cuarta del baptisterio es la conocida como Puerta del Paraíso, bautizada así por Miguel Ángel y considerada uno de los hitos del Quattrocento.

El segundo gran escultor de este periodo fue Donatello, diez años más joven que Ghiberti. Fue mucho más polifacético en su obra, concentrándose sobre todo en la figura humana. Donatello es tenido en la Historia del Arte como el precursor de Miguel Ángel y es, en verdad, un artista independiente, fogoso y realista. Su mayor interés fue la figura humana en las distintas edades, abarcando toda clase de tipos, gestos variados y expresando en su obra los estados espirituales más heterogéneos. Por otra parte, se considera a Donatello como un gran experto en el tema infantil, sobre todo en la expresión de la alegría de los niños (tribunas de las catedrales de Florencia y Prato). En la escultura de bulto redondo Donatello difundió el retrato renacentista del busto cortado horizontalmente por el pecho y no sobre pedestal (como era costumbre en la escultura romana). Algunos ejemplos son: Busto de Antonio de Narni que lleva un gran camafeo al cuello; busto en terracota de San Lorenzo, representado como un joven diácono, en la Sacristía Vieja de San Lorenzo en Florencia. Esta manera de presentar los bustos-retrato fue adoptada por los escultores del Renacimiento y llegó casi hasta época barroca. En el siglo XVI el busto se fue alargando hasta ser cortado por la cintura. También dentro de la escultura de bulto redondo, Donatello fue el precursor de la figura a caballo (en bronce) en homenaje a un gran personaje y dispuesta en el centro de una plaza pública. La primera estatua ecuestre de Donatello fue la conocida como Gattamelata (condottiero Erasmo de Narni).

Jacopo della Quercia (muerto en 1438) es el tercer gran escultor de esta escuela florentina y el único del grupo que no es natural de Florencia sino de Siena. Pertenece a la generación de Ghiberti. Su estilo es grandilocuente y masivo, en contraste con el estilo detallado de Ghiberti. Su obra maestra fue la portada central de San Petronio, en Bolonia, que comenzó en 1425. Se trata de una serie de relieves representando el Génesis y la infancia de Jesús, con bustos de profetas y la imagen de la Virgen de San Petronio. En sus relieves domina la monumentalidad y el tratamiento de hercúleos desnudos, anticipándose al estilo de Miguel Ángel. Jacopo della Quercia es el autor de la Fuente Gaia de Siena, de las tumbas de Ilaria del Caretto en Luca y de Galeazzo Bentivoglio en Bolonia.

El grupo de la familia de la Robbia está encabezado por Luca della Robbia (muerto en 1482), que se dedicó casi por completo al tratamiento de la infancia y juventud de la figura femenina. Luca creó escuela en la que introdujo la técnica del barro vidriado, que fue apareciendo en los más diversos temas, desde el pequeño relieve hasta el retablo con copiosas figuras. También trabajó en mármol y en bronce. Andrea della Robbia, sobrino de Luca, fue el mejor dotado de sus seguidores.Es el autor de los tondos (medallones circulares) de niños labrados en el Spedale degli Innocenti de Florencia. El último del grupo fue Giovanni della Robbia, que no sólo era escultor, sino también decorador y, en ocasiones, alfarero.

Andrea del Verrocchio (1435-1488) estuvo muy influenciado por las obras de Donatello hasta el punto de repetir alguno de sus temas, como el David en Florencia o la estatua ecuestre del condottiere Colleone en Venecia (ambas de bronce). Verrocchio se caracteriza por su profundo estudio anatómico. Antonio Pollaiuolo fue también un buenrepresentante florentino de la interpretación de la energía corpórea y del movimiento violento. Su obra maestra en este estilo es Hércules y Anteo, guardada en el Museo de Bargello. Agostino di Duccio (1418-1481) fue también un seguidor de Donatello, imitando su famoso schiacciato,sobre todo en la decoración de la fachada del oratorio de San Bernardino en Perugia y en el templo Malatestiano de Rímini.

Otro gran escultor que trabajó en Módena fue Guido Mazzoni (muerto en 1518), cuya obra en su mayoría fue hecha en barro cocido pintado, técnica que estaba en estos momentos en gran auge. Una de sus composiciones más famosas fue el Llanto sobre Cristo muerto para la iglesia de San Juan de Módena, que a su vez debió influir en la obra del mismo título elaborada por Juan de Juni en 1463, a raíz de un viaje a las ciudades de Bolonia, Módena y Florencia.

QUATTROCENTO: LA ARQUITECTURA



Orígenes de la arquitectura renacentista italiana

La arquitectura renacentista nace en Italia durante el Quattrocento. Sus características más importantes son:
1. Deseo de realizar edificios perfectos desde el punto de vista de "perfección técnica", basándose en cálculos matemáticos y geométricos, para obtener la máxima armonía y proporción.
2. Para ello toman como módulos el radio y el diámetro de una columna. Hay teóricos como Paccioti que hablan de la proporción áurea, que es la más adecuada para la construcción: 1 m. de alto x 1,6 m de ancho.
3. El efecto ascensional del gótico es trocado por la horizontalidad.
4. Tiene preferencia el espacio unitario. Es decir, se busca que desde el interior se pueda tener una visión total del edificio, sin importar el punto de vista del observador.
5. Se busca la belleza formal.
Elementos constructivos de la Arquitectura renacentista Italiana.
La principal influencia, obviamente es la del mundo clásico, muy especialmente de la arquitectura romana.
Elementos sustentantes
• Sustentante continuo: el muro recupera su valor como sustentante. Es frecuente que estén articulados con pilastras, líneas de imposta, etc.
• Sustentantes discontinuos: se utilizan los órdenes clásicos, con preferencia por el corintio.También se usan entablamentos y frontones.
Elementos sostenidos
El arco que se emplea es el arco de medio punto.
Como cubiertas, se emplean las planas con casetones o bóvedas (de cañón o de arista). La cúpula adquiere un especial protagonismo y va a ser una constante preocupación técnica de los arquitectos renacentistas.
Elementos decorativos
Se utilizan:
• Elementos constructivos para decorar: pilastras, entablamentos...
• Medallones o tondos (círculos con relieves en el centro).
• Sillares almohadillados.
• Guirnaldas.
• Columnas abalaustradas.
• Conchas.
• Grutescos (seres fantásticos mezcla de humanos, animales y vegetales).
• Es frecuente que la decoración se disponga a candelieri (con un eje central en torno al que surgen los elementos ornamentales
Tipos de edificios en que se aplica la nueva arquitectura renacentista italiana
Los tipos de edificios son muy variados. Predominan los religiosos, con planta longitudinal (cruz latina o basilical), pero abundan también los de planta central (cruz griega o circular).

Entre los edificios civiles destaca muy especialmente los palacios, aunque también, la nueva arquitectura se aplica a otras construcciones civiles como hospitales, bibliotecas, etc.

Arquitectos italianos del Quattrocento

Los genios de la arquitectura renacentista de la primera etapa (Quattrocento) son:

Brunelleschi. Es el hombre que sienta las bases de la arquitectura renacentista. Entre sus obras más afamadas se encuentra la cúpula de la Catedral de Florencia, la Basílica de San Lorenzo, el Palacio Pitti, etc.
León Battista Alberti. Junto con Brunelleschi es el principal artífice del siglo XV italiano en cuanto a arquitectura se refiere. En su haber se encuentra el templo de Malatesta de Rimini, la fachada de Santa María Novella, etc.
Michelozzo di Bartolomeo. Creador del Palacio de los Médicis- Ricardi.
Giuliano Sangallo. Artífice de Santa María delle Carceri en Prato.

jueves, 17 de junio de 2010

PORTADA: ITALIA Y EL RENACIMIENTO

Introducción al renacimiento italiano

Para poder comprender en su totalidad lo que una corriente tan comleja como la del Renacimiento supuso, en primer lugar se hace necesaria una inmersión en las causas desencadenadas en la misma. Así, es preciso señalar que la crisis de los valores conocidos, iniciada a mediados del siglo XIV en Europa, dará origen a nuevos modos de concebir y explicar la realidad, puesto que demostrado quedaba que los vigentes estaban obsoletos.

Unido a esto hay que tener en cuenta el desarrollo de un espíritu mucho más crítico, que desembocará en la "escisión de lo profano y lo religioso", el avance de la ciencia y la tecnología, el aumento en la difusión de la cultura y la aparición de una nueva clase social enriquecida, con peso en la toma de decisiones en demandante de arte: la burquesía.

Y en este contexto de comienzos de la Edad Moderna, Italia se alzará como la gran renovadora de antiguos sistemas artísticos, por medio de la reelaboración de la herencia grecolatina y de la asunción de un humanismo que intelectualizará la realidad, despojándola del sentido religioso en primera instancia.

Los motivos por los cuales este proceso tiene lugar inicialmente en la península itálica son varios: por un lado, hay que tener en cuenta que el espíritu del gótico, así como sus formas, no había terminado de arraigar en este país de igual manera que en el resto de Europa. Además, Italia era precursora en la moderna economía y en la organización política del territorio (mediante sus ciudades-estado) y contaba con una enorme herencia literaria, filosófica y artística clásica a la que se volverá la mirada a lo largo de los siglos XV y XVI.

Teniendo en cuenta toda esta serie de circunstancias y el cambio que se estaba operando en la concepción del mundo, era lógico que los modos existentes de representación del mismo llegaran a un punto en el que ya no fueran válidos, debiéndose encontrar otros nuevos. Sin embargo, el Renacimiento no supuso una completa "innovación" y ruptura con lo anterior sino que muchas de la claves que en él se pueden encontrar obedecen a la culminación de un proceso de transición iniciado ya en el medievo.

Lo que aporta el Renacimiento de novedoso es su ideal antropocéntrico : el concepto de la posición y el valor del hombre en el mundo va a experimentar una suerte de revisionismo, pasando éste a ser considerado eje central de la creación puesto que es la obra más "perfecta" que en ella se puede encontrar (muy unido a este hecho se puede establecer el individualismo inherente a dicha corriente renacentista). También será muy señalado en estos momentos el afán por comprender la realidad, al servicio del cual entrarán a formar parte la ciencia y la técnica, adquiriendo su desarrollo ahora un alto grado una vez liberado de lastres pseudoreligiosos. Así, es el espíritu que anima al mundo lo que cambia en el Renacimiento, resultando todo este conjunto de factores decisivo en relación a la historia del arte puesto que poseerá su analogía en dicho campo (la representación se hace más naturalista, surge la perspectiva, se adecuan las proporciones a la percepción humana, etc).

El arte italiano del Renacimiento supondrá un resurgir de los modelos clásicos de la Antigüedad, un interés por el estudio de la naturaleza y de la forma óptima de su representación (cambia con respecto a la Edad Media no tanto la búsqueda del naturalismo como el porqué de dicha elección), el intento de consecución de la armonía en las composiciones (que se trata de conseguir por medio de la aplicación de leyes teóricas) y la aparición de una mentalidad que considera individualemente a los artistas en función de la calidad y los rasgos particulares de cada uno.

Por lo general, el arte del Renacimiento en Italia suele dividirse en dos grandes periodos, correspondiéndose el primero de los mismos, el Quatroccento o Primer Renacimiento, con el siglo XV y el segundo, denominado Cinquecento , con el XVI (será este su periodo de madurez). Sin embargo, es preciso realizar la matización de que previamente a ambos periodos habría existido un primer momento "pre-renacentista" llamado Trecento (s. XIV), importante porque a lo largo del mismo desarrollará su obra Giotto di Bondone (considerado el iniciador del Renacimiento), de la misma manera que, a mediados del s. XVI, se podrá advertir ya la aparición de una contracorriente resultado de la crisis que Europa va a sufrir en estos momentos y que, artísticamente, derivará en el nuevo estilo manierista.